Sentencias Mexicanas

Asch, Ricardo Asch, repetía la voz siempre amable y enérgica a la vez del Licenciado Antonio Lozano Gracia al otro lado del teléfono, A, S, C, H, significa ceniza, decía una y otra vez. Es un médico México-Argentino que es mi amigo, está regresando a México y en este momento está siendo detenido en el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, por favor, me inquirió, atiéndelo..

Esta fue la primera ocasión que escuché el nombre del Doctor Ricardo Asch, no sabía que era el inicio, para mí, del conocimiento del asunto jurídicamente más importante y trascendente en el que me tocaría intervenir en mi carrera profesional.

Esa noche de octubre de dos mil diez, Ricardo Asch fue interrogado por la policía federal mexicana durante al menos tres horas, al descender del vuelo que lo traía de Argentina a México, parecía una diligencia de rutina, no era así, se cernía sobre él una grave amenaza. Para esa fecha el gobierno federal norteamericano gestionaba en México una nueva orden de detención con fines de extradición.

Nueva orden que era la tercera con la que pretenderían llevar a Ricardo Asch ante los tribunales de aquel país.

Efectivamente a los pocos días del incidente en el aeropuerto de México, el médico fue detenido de manera brutal por un grupo armado. Al verlos actuar y desenvolverse lo menos que pensó fue que se trataba de un secuestro, el aspecto físico, la vestimenta, el lenguaje utilizado y el trato miserable que le dieron, no debía corresponder a corporación policiaca alguna; pero si, eran policías federales mexicanos, y lo llevaron ante la jueza titular del Juzgado Segundo de Distrito de procesos penales federales en el reclusorio norte; el motivo de la detención: Orden de detención provisional con fines de extradición.

Aquí empezó un capítulo más de la odisea de Ricardo Asch por sacudirse la persecución del imperio: ¡una nueva orden de detención!. Ya había sido detenido, procesado y juzgado en la Argentina por los mismos hechos en los que se justificaba la nueva orden de detención. El desánimo en él y su familia era inmenso, enfrentar el juicio en Argentina había sido un esfuerzo extenuante, vislumbraban, con razón, un panorama sombrío.

Sin embargo, la participación decidida del Licenciado Antonio Lozano Gracia y su equipo pronto llevó el tema a un derrotero favorable: con las dificultades del caso y después de varios meses de detención, se logró la libertad provisional de Ricardo.

Para el equipo jurídico era irracional que el gobierno federal norteamericano pidiera a Ricardo en extradición cuando había sido parte en el proceso llevado en la Argentina y era entonces sabedor del resultado correspondiente: eso imposibilitaba la procedencia de una nueva petición.

Sin embargo, en un acto de arrogancia, los Estados Unidos pretendían que ese juicio no tuviera valor alguno, desoyendo la convencionalidad americana y el derecho interno mexicano.

La justicia acompañó a Ricardo Asch y el resultado del proceso de extradición le fue favorable y el gobierno mexicano repudió la petición planteada por el gobierno federal norteamericano y negó la entrega de Ricardo aduciendo principalmente que de entregarlo se violaría en su perjuicio el contenido del artículo 23 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en lo atingente al principio non bis in ídem, atendiendo al juzgamiento del cual había sido sujeto Ricardo Asch en la Argentina.

Dicho de esta manera parece ligero y sencillo. No fue así, Ricardo y su familia fueron sumamente valerosos. Enfrentar un proceso penal de cualquier naturaleza es un esfuerzo inmenso, más aún, si el contrincante son los Estados Unidos de Norteamérica.

Vi y aprendí muchas cosas en el asunto de Ricardo Asch, me quedo con la actitud valiente y decidida del propio Ricardo, pero sobre todo, con la valentía, la fuerza, la decisión y el valor de su familia, el ejemplo vital de un grupo de seres humanos que arrojaron todo el amor que había que arrojar para regresar con la victoria. Mis respetos.

Licenciado. Francisco Castañeda Espinoza.
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